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Gestionando la ansiedad

El ser humano está preparado para responder ante una situación peligrosa o amenazante, la sangre se dirige hacia las extremidades preparando al cuerpo para reaccionar escapando o enfrentándose. Esta reacción de nuestro cuerpo es normal y adaptativa.

El problema surge cuando detectamos como amenazante una situación que no lo es y nuestro cuerpo se prepara, esto es a lo que llamamos ansiedad. La ansiedad tiene un fuerte componente de anticipación, nos adelantamos a los acontecimientos que van a suceder y esto nos genera malestar ante las posibles consecuencias que imaginemos. Por este mismo motivo es difícil luchar contra ella si no contamos con las herramientas adecuadas, dado que estamos luchando contra una idea, un poderoso pensamiento que nos produce una fuerte reacción emocional. Algunos de los síntomas que nos genera la ansiedad son:

  • A nivel cognitivo: sensación de alarma, miedo, inquietud, preocupación, ideas obsesivas, etc.
  • A nivel somático: sudoración, temblor, aumento de la presión sanguínea, incremento de la tensión muscular, taquicardia o aumento del ritmo respiratorio.
  • A nivel conductual: expresión facial, cambios en las posturas o los movimientos corporales.
  • A nivel emocional: melancolía, ira, depresión, cambios de humor, etc.

Cómo interpretamos las situaciones va a depender mucho de nuestro estado de ánimo, nuestra educación, nuestro momento vital y de la presencia de distorsiones cognitivas. Las distorsiones cognitivas son comunes y les pasa a menudo a las personas, son creencias o hábitos de pensamiento equivocados e imprecisos que deforman la realidad, son filtros que tenemos en nuestro cerebro y nos hacen procesar la información de una forma u otra, hablaremos de ellos con más profundidad en otra de nuestras publicaciones.

Por otro lado, el estrés hace referencia a una respuesta de alarma ante las demandas del entorno que exceden los recursos o habilidades de la persona (trabajo, familia, relaciones, horarios…). El estrés mantenido puede resultar perjudicial para nuestra salud ya que influye en nuestro organismo y se pueden producir desequilibrios que afecten a nuestra salud no sólo psicológica (estado de ánimo, autoestima…) sino también física, algunas de las más frecuentes son las alteraciones gastrointestinales, de la piel, en el sueño, musculares o inmunológicas entre otras.

En los tiempos en los que nos encontramos sufrimos con demasiada frecuencia tanto estrés como ansiedad, por ello es importante ser conscientes de que seguir echándonos todo a la espalda no va a solucionar la situación. Así que, cuando las demandas nos sobrepasan, las situaciones que nos producen estrés y/o la reacción de alarma de nuestro cuerpo no cesan o no sabemos cómo gestionar estos momentos que nos están produciendo gran malestar, lo más recomendable es acudir a un profesional en vez de mantener esta situación. El psicólogo nos va a ayudar a poder canalizar todas estas emociones de forma que no nos bloqueen, trabajar en el afrontamiento diario y desarrollar habilidades que nos resulten más adaptativas ante el día a día.